Se me cierran
los párpados
aplaudiendo tu presencia
desnuda,
dormida,
acurrucada a mi lado
con esa carita
de no haber roto un plato
que delata a mi sonrisa.
Y se pueden caer
todas las estrellas del cielo,
que ya no hay deseo
que envide mis ganas de ti.
Es tarde y la cama
se hace refugio,
tú me agarras la mano
y te das la espalda,
yo te abrazo,
te beso
y cierro los ojos.

Buenas noches.

Despertar contigo…

La veo cada mañana
sin maquillaje desnuda en mi cama
escondiéndose de los rayos de sol,
y todavía me pellizco
pensando que debe ser un sueño.
Aquellos que nos decían
que iba a ser temporal
siguen escondidos esperando
que se nos acabe el amor.
Y puede que algún día tengan razón,
que me mire al espejo
y me vea menos hombre,
que me falte ella y toda esta ilusión
de la que ahora presumo.
Porque yo solo soy
el reflejo de su brillo,
un superviviente
en una isla desierta rodeada
de océano donde a su lado desaparece
la sal, y no muero de sed.
Soy como ese cigarrillo
que presume estar entre sus labios
sin miedo a morir
en cualquier cenicero.
Ella me hace sentir y ser
lo que siempre soñé
compartir con una mujer.
No hay noche que no se le escape
una sonrisa y un beso de su boca
buscando la mía,
no hay piropos que estén a su altura.
Yo que me prometí no volver
a soportar el peso de un te quiero
entre mis labios,
llega ella y me arranca
el te amo más sincero de los ojos,
sin decir una palabra.
Y así dos corazones se enfrentan
al mundo cada mañana.
A su lado todo es más fácil.
A su lado, todo merece la pena.
Y no sé hasta cuándo será,
no necesito que sea para toda la vida,
ni que presuma
de los cielos que volamos,
solo necesito que el tiempo
que esté a mi lado,
sea feliz y libre.
No quiero un te quiero al mundo,
quiero un te cuido al oído.
De corazón
y con una sonrisa,
cada mañana al despertar. .
———————————————
.

Ilustración: @muhammedsalah_
Texto: @juanhuertas_txt .
. .
. .

Te echo de menos…

Al final …
todo se resume
en el último buenas noches,
en ese te quiero
que afirma
que todo está donde debe,
en ese suspiro que incomoda,
tanto
como
no tenerte.
Esos segundos
donde repasas el día
y planificas el siguiente
con sabor a pasta de dientes.
Ahí en la cama,
solo.
Ese examen
con tu conciencia
donde te evalúas
sin miedo a la crítica.
Ese jodido instante
cuando parece
que todo termina,
justo ahí,
es donde más
te echo de menos… .

Quién te ha visto y quién te lee…

Quién eres tú para dar lecciones,
qué sabrás del dolor de un corazón descosido si siempre le tuviste miedo a la aguja y no fuiste capaz de arreglarlo,
ni de intentarlo.
Quién te ha visto y quién te lee.
No sé si eres el mismo que jugaba a olvidar
haciendo trampa,
cambiando cama a la primera de cambio.
Fingiendo soledad en compañía
y frío entre otras piernas.
Te leo y no lo entiendo,
que miedos vas a tener tú
que has dormido en el infierno,
que te has reído del demonio
y has tirado el agua en el desierto.
Sin miedo a morir de sed.
Ahora suspiras palabras pidiendo perdón,
cómo voy a tener compasión contigo
si nunca supiste cuidar lo que se te dio.
Guárdate las excusas porque yo te sé
mejor que nadie,
a mí no me engañas desastre.
De qué te sirve mi permiso o prohibición
si volverás a huir de quien te quiere,
porque cuidarte ya no te cuida nadie.
Asique escribe todas tus guerras en papel
mientras te queden fuerzas,
deja por escrito todos tus fracasos
y leelos de nuevo como condena.
Así entenderás que no hay perdón.
Por taparle la boca a un corazón,
que grita – me muero-.

Qué sabrán ellos…

Dicen que esconde
los corazones que roba
en el silencio
de una mañana de resaca.
Que todos sueñan
volver
a terminar
entre sus piernas,
pero nadie ha conseguido
entender que su cuerpo,
es la punta del iceberg
que esconde su mirada.
Que no hay curva,
escote o minifalda
que iguale la certeza
de un abrazo
y un te espero
lo que haga falta.
Sin sábanas revueltas
de por medio,
sin excusas ni promesas
que terminen
en un – lo siento-
Ella es demasiado cielo
para unos pájaros
que enseñan sus alas,
y hacen ruido,
pero todavía
no saben volar.

Volverás…

Cómo ser soldado
si no hay una guerra,
cómo luchar,
si el peor adversario
está en tu cabeza,
cómo te saco las balas
del corazón
sin abrirte la herida.
No hay mano
que tape la hemorragia,
ni sonrisa que esconda
tus miedos.
Por ti siempre
sangraré
tinta
cuando caiga la noche.
Pediré perdón
por no llegar antes
y abriré las cicatrices
mal curadas.
Te limpiaré
con suspiros el cielo,
y haré de tus lágrimas
un cristal enorme
para tu ventana,
para que mientras
no quieras salir
de la cama.
Puedas ver las estrellas,
y la luna,
brillando como nunca.
Esperándote.
Con tus nuevas alas.

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